Falta poco para el Día del Amigo y mientras todos hacen huecos en sus agendas para juntarse un día con los de la facultad, otro con los del trabajo, otro con los de la infancia, otro con los nuevos; yo, en cambio, tuve una crisis como nunca antes había tenido.
Estaba segura que por el modo de vivir que elegí me quedé sin amigos,
quebré en llanto de una manera desconsolada y me culpaba a mi misma por esto.
Yo no hablo con mis amigos todos los días pero no porque no quiera, porque crea
que no es necesario. Al vivir del otro lado del mundo y con otro huso horario
todo se hace más difícil. Cuando uno está desocupado, al otra lado se están
recién levantando o viceversa, acá es de noche y allá están en plena luz del
día. Esto no es una excusa, trato de darme una explicación por la que no lo
hago.
Gracias a Dios lo tengo a él; que me aguanta todos los días, me seca las
lágrimas y me apoya en todo. Juntos llegamos a la conclusión de que si tengo
amigos. Yo sé quienes son y ellos también lo saben. Por eso hoy les quiero
pedir perdón, en primera medida, por no estar presente en el día a día, por no
hablar todos los días con ustedes, por no saber en qué andan. Y también darles
las gracias, porque a pesar de todo esto yo se que si agarro el teléfono y les
escribo van a estar ahí para mí.
Hace unos días vi un escrito en el que comparaba los “amigos normales” con
los “amigos argentinos”. Yo lo tomé como inspiración para escribir mi propia
comparación entre los “Amigos Extranjeros” y los “Amigos Argentinos” porque,
como ya dije, desde que elegí vivir como vivo he estado recolectando amigos
alrededor de todo (o casi todo) el mundo. Espero que les guste y sepan a quien
va dirigido.
¡Feliz día a todos mis amigos!
AMIGOS ALREDEDOR DE TODO (O CASI TODO) EL MUNDO.
Con un amigo extranjero voy de tapas, a tomar un aperitivo, o una
michelada.
Con un amigo argentino, tomamos un porrón con maní sin importar el día de
la semana o la hora que sea.
Con un amigo extranjero reservamos una mesa en un restaurante el martes
para ir a cenar el viernes a la noche.
Con un amigo argentino el viernes a las 20 hs organizamos un asado y llegamos
al supermercado a comprar las cosas 5 minutos antes que cierren.
Con un amigo
extranjero las conversaciones empiezan con un: ¿Cómo estái?,
Ça va?, Come stai?.
Con un amigo argentino apenas nos vemos, empezamos a gritar y antes de decir
“Culia’ tanto tiempo, cómo estas?” nos damos un abrazo.
Con un amigo extranjero
he llorado frente a ellos por perder la final de dos Copas Américas seguidas,
por no poder estar con los míos en Navidad o Año Nuevo, porque no me puedo
adaptar a mi nuevo jefe... ellos me han apoyado y han estado ahí conmigo.
Con un amigo argentino
hemos llorado juntos sin saber por qué lo estamos haciendo.
Un amigo extranjero cuando
me pide algo prestado me lo devuelve al día siguiente lavado, planchado y
perfumado.
Un amigo argentino se da cuenta de que ese algo no es suyo cuando dos meses
después de habérselo prestado estás en su placard buscando algo para ponerte y
lo encontrás.
Con un amigo extranjero
podría escribir un libro acerca de la diversidad cultural, las distintas
tradiciones o los platos tradicionales de su país.
Con un amigo argentino podría escribir una trilogía con todas las anécdotas,
secretos y confesiones que cada uno sabe del otro.
Un amigo extranjero te
escribe un mensaje a la mañana para saber si a la tarde vas a estar en tu casa para
pasar a visitarte.
Un amigo argentino te
manda un mensaje cuando está en la puerta de tu casa para que salgas con el
mate, él tiene facturas. “Vamos al campo a tomar unos mates!”.
Con un amigo
extranjero tomamos un café parados en la barra de una cafetería, 5 minutos y
basta.
Con un amigo argentino vamos caminando, pasamos por una cafetería, pinta
“cafecito” y nos quedamos ahí hasta que cierran.
Con un amigo
extranjero aprendí a desayunar con arepas, pan con tomate y aceite de oliva,
marraquetas con palta o croissant recién salido del horno.
Con un amigo argentino,
si tenemos tiempo para desayunar, tostamos un poco de pan, lo untamos con
manteca y dulce de leche, nos tomamos unos mates y andando.
Con un
amigo extranjero tuve que aprender su idioma o su dialecto para poder
entendernos.
Con un
amigo argentino no hace falta hablar, nos comunicamos con señas, a través de
miradas.
Gracias a mis amigos argentinos
porque a pesar de las distancias siempre están ahí para mi.
Gracias a mis amigos extranjeros
por hacerme sentir como una más.
Disfruten el momento.
La Gata Flora.
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