Las trufas son hongos que crecen bajo tierra, pegadas a las raíces de los árboles y son descubiertas por perros gracias a su aroma característico. Son comestibles, hay distintas variedades y su precio por kilo puede superar los 5000€. ¿Quieren saber un poco más de este “oro que se esconde bajo tierra”?
Perros en busca del oro escondido bajo tierra. (Imagen de el Pachinko) |
Actualmente
hay más de 70 especies de este hongo comestible, pero hay dos que se
destacan entre todas las demás: la trufa blanca y la trufa negra.
* La
trufa negra (Tuber
melanosporum)
o conocida también como trufa de Périgord
es
la más común de las dos y el mayor productor es España con más
del 50% de la producción mundial. Otros países productores son
Italia y Francia. Como
lo indica su nombre su color es negro, tiene aspecto rugoso y es el
tamaño de una papa. Al corte podemos ver que dentro es entre negra y
violeta con venas de color blanco. Tienen
un aroma y sabor fuerte por lo que es apta para cocinar. El precio es
variable pero puede llegar a 1000€ el kilo.
Me
acuerdo que cuando trabajaba en Francia habían dos platos con trufa
negra: una pizza y una pasta que por el sólo agregado de este
ingrediente su precio se “disparaba a las nubes”. Una
vez me tocó recibir al proveedor de trufas y casi me muero cuando
tuve que firmar esa factura. Eran más de 2000€ por dos unidades de
trufa. Obviamente era uno de los productos más caros que había en
la cocina y lo guardaban como lo que era: “oro”.
*La
Trufa blanca (Tuber magnatum) es la variedad más preciada ya
que no se puede cultivar, por lo tanto es totalmente silvestre. Su
producción está en distintas regiones de Italia, adivinen cuales.
Si, el Piamonte y La Toscana, dos de la regiones en las que he
vivido. Obviamente
es de color ocre, un color claro, pero su aspecto es liso. Al corte
es entre roja y marrón con vetas blancas. Al
ser más apreciada que la trufa negra es mucho más cara y puede
llegar a costar 6000€ el kilo. También
tiene un aroma y sabor muy intensos pero, a diferencia de la trufa
negra, no se tiene que cocinar y se consume fresca.
Recolección: La
gran diferencia entre las dos variedades es la profundidad en la cual se
encuentran: mientras que la negra está pocos cm bajo tierra, la
blanca puede alcanzar los 20 cm haciendo que sea más difícil de
encontrar para los perros. Si,
los encargados de encontrar estas joyas son perros adiestrados.
También se utilizan cerdos, aunque era más común en la antigüedad. Otra
de las cosas que nos pueden hacer dar cuenta que hay trufas son la
“mosca de la trufa” o que que en la superficie no crece el césped
por sustancias que el mismo hongo produce.
Usos
en la cocina: Según
sea la variedad se pueden utilizar crudas o cocidas, en láminas (con
un aparato de cortar especialmente diseñado para las trufas, y que
es parecido a una mandolina),
en trozos dentro de un fumet,
como ingrediente en
la elaboración de salsas,
para
darle un toque final a carnes,
pasta,
ensaladas,
y hasta en la pastelería. Se
conservan dos semanas en heladera y casi 10 meses congeladas en
recipientes que permitan respirar a la trufa.
Hoy
en día se comercializan muchísimos productos con el agregado de
trufas como sal, aceites, cremas para untar, mieles, mermeladas y
hasta chocolates.
OJO
con los aceites porque en realidad no están hechos de trufas reales
sino que al aceite de oliva o de uva se le incorpora artificialmente
uno de los aromas que se encuentran en las trufas frescas, muchos
cocineros dicen que es “una pérdida de dinero”.
“Hay dos razas de comedores de trufas: una que cree que son buenas porque son caras, y otra que sabe que son caras porque son buenas”. J. L. Vaudoyer
¿Han probado alguna vez la trufa? ¿Les gustaría probarla?
Disfruten el momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario