martes, 10 de marzo de 2020

Historia de unos panes de masa madre.


Dos historias cortas sobre cómo y porqué llegué al mundo del pan y me quedé después de fracasar.

Historia de un pan de masa madre farsante. 
Se cumplió un año que me propuse hacer masa madre, lo sé porque una red social me lo recordó. En febrero del 2019 me dispuse a aprender este gran arte, me hice fan de muchos panaderos famosos, leí toda la bibliografía habida y por haber, en mis tiempos libres iba a La Feltrinelli y me ponía a ver libros de pan, aprendí lo que es la autólisis, el greñado y los pliegues...pero nunca hice mi pan. Por qué? Excusas. “No tengo tiempo para cuidar a la masa madre”. “Y si se me pudre al segundo día?” “No tengo una heladera como la gente y mi horno es eléctrico”, etc.
Una de las cosas que más me gusta de la cocina es desgranar la levadura para hacer pan, pero por excusas que me ponía a mi misma no lograba tomar el incentivo para mezclar cuatro ingredientes (harina, masa madre, sal y agua) y hacerlo.
Hace unos días compré una harina integral molida a piedra 100% de grano italiano y toda la sarasa (sarasa de la buena) y al lado había una masa madre seca (también integral y con toda la sarasa) que me animé y compré. Primero pensé: “van a decir que soy una farsante si hago pan de masa madre con masa madre comprada”, pero después me di cuenta que eso era otra excusa.
Hoy me levanté temprano, hice la masa, esperé, le hice pliegues, esperé, formé el pan, esperé, hice el greñado, esperé, lo metí al horno, esperé, lo saqué, esperé, lo corté y comí mi primer pan de masa madre. De sabor riquísimo, una costra crocante y dorada pero, sin embargo, no estoy totalmente satisfecha porque no me quedaron esas burbujas tan características de los panes con mm. Voy a seguir intentando.
Moraleja: Si quieren hacer algo con todas sus fuerzas no sean como yo y no se pongan excusas para no hacerlo. No dejen pasar el tiempo, porque es lo único que no vuelve. Imagínense si hubiera hecho mi primer pan hace un año hoy quizás me saldrían mejor.


Historia del pan de las 24 horas.
Cuando empecé mi viaje allá por el 2014 la gente me decía de todo. Desde que “estaba loca” por irme a otro país a trabajar sola, sin conocer a nadie, sin tener casa ni trabajo, blah-blah-blah; hasta que me admiraban por lo mismo, que era yo los motivaba y que les daban ganas de hacer lo mismo pero no se animaban. De todas las cosas lindas que me decían me quedé con una palabra que se volvió mi favorita junto a “reciprocidad” y es “tenacidad”. Yo no sabía el significado y la tuve que buscar. Según el diccionario TENACIDAD es la “fuerza que impulsa a continuar con empeño y sin desistir en algo que se quiere hacer o conseguir”.
Hace unos días, después de un año de querer hacerlo, hice mi primer pan con masa madre. No me salió como esperaba pero quedé satisfecha. El domingo hice otro pero por alguna razón que adjudico a las bajas temperaturas del invierno no leudó y fue un desastre. Me puse a investigar otras formas de hacer pan con MM, me vi videos en todos los idiomas, encontré panaderos de todo el mundo y acá está mi primer “pan de las 24 horas”. El martes puse manos en la masa, mezclé los ingredientes y dejé que las levaduras hicieran su magia. A las 5 horas ya sabía que iba por buen camino, cuando me fuí a dormir estaba “como quería” y esta mañana cuando lo ví casi me largo a llorar. Le puse así porque es una técnica de leudado lenta, muy lenta, en el cual se deja la masa a temperatura ambiente entre 18 y 20 horas, luego se le da el plegado correspondiente y se forma, se deja 2 horas más, se cocina 1 hora y se deja enfriar completamente (unas 2 o 3 horas más). Ahora que lo pienso le podría haber puesto “pan tenaz”.


Cocinen rico y disfruten el momento.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo más leído

Relatos de viaje, experiencias de vida, recetas y algo más.

Miembro de

Formulario de Contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Subir