viernes, 10 de agosto de 2018

Viajar, el mejor alimento para nuestro cerebro.

Nuestro cerebro está formado por dos hemisferios: el izquierdo y el derecho, conectados entre sí. Existen algunas diferencias entre las personas que desarrollan más un hemisferio que otro. Viajar es una actividad que a todos, o a la mayoría, nos gusta hacer y que alimenta mucho a nuestro cerebro. ¿A qué parte? Averigüémoslo.

El hemisferio izquierdo está relacionado con la parte verbal. Es la parte motriz capaz de reconocer grupos de letras formando palabras y grupos de palabras formando frases. También se ocupa de la aritmética, la lógica y las matemáticas. La mitad izquierda es la más compleja y dominante en la mayoría de las personas. Además, al hemisferio izquierdo se le atribuyen la capacidad de análisis, de razonar o de resolver problemas numéricos.
El hemisferio derecho procesa la información de manera distinta que el izquierdo y se especializa en sensaciones, sentimientos y habilidades no verbales como la música o el arte. También se relaciona con la intuición o el recuerdo de caras, voces, o sonidos. Esta parte del cerebro piensa y recuerda en imágenes.

Tengo el recuerdo grabado en mi mente de mi mamá diciéndome: “A vos te gusta todo lo manual, lo que tenga que ver con la imaginación, lo creativo”. Fue y es totalmente cierto. Desde chica que me interesé por todo aquello que me hacía viajar en mi cerebro: dibujar, pintar, escribir, jugar a que tenía un programa de cocina o uno de manualidades, llegué a tener un atelier propio en el altillo de mi casa donde solo entraba yo. Los fines de semana iba a un taller de artesanías con mi abuela, era la única “nena” entre mujeres grandes. Con mi hermana jugábamos a la agencia de viajes. Cuando tuve que elegir una carrera elegí la gastronomía. Quise estudiar diseño pero no pude, aunque es una asignatura pendiente que espero cumplir. Hoy estoy trabajando de lo que me gusta haciendo lo que me gusta: VIAJAR. Todo esto pasa por mi parte derecha del cerebro.
Entrenar y estimular el cerebro permite que éste sea más resistente al deterioro de la edad o a los síntomas de las enfermedades neurológicas. Para entrenarlo, hay tres elementos clave: enfrentar a nuestro cerebro a la novedad, la variedad y el desafío. Viajar cumple con los tres”, dice el Dr. José Manuel Moltó.
Cuando viajamos ponemos a trabajar al máximo a nuestra parte derecha del cerebro y esto es muy bueno para él. Actividades comunes que realizamos durante los viajes como conocer nuevos lugares, nuevas comidas, olores nuevos, interactuar con personas totalmente desconocidas, poner en práctica un idioma que no es el nuestro, tratar de orientarnos, sacar fotos, ir a museos, etc, etc, etc., son las que alimentan a nuestro cerebro y lo hacen saludable.  Porque este órgano cambia a lo largo de nuestra vida y produce nuevas neuronas y conexiones entre ellas (lo que se llama neuroplasticidad) y si nosotros lo ayudamos alimentándolo con estas actividades, nuevas para él, lo mantenemos activo y sano tengamos la edad que tengamos.
Pueden leer: “El hombre es lo que come”, y porque no también lo que lee.
“Entrenar y estimular el cerebro permite que éste sea más resistente al deterioro de la edad o a los síntomas de las enfermedades neurológicas. Para entrenarlo, hay tres elementos clave: enfrentar a nuestro cerebro a la novedad, la variedad y el desafío. Viajar cumple con los tres”, dice el Dr. José Manuel Moltó, vocal de la Sociedad Española de Neurología.
Agrega: “Todas estas experiencias posibilitan que el cerebro se vuelva más plástico, más creativo y que aumente nuestra capacidad de comprensión, lo cual también es muy beneficioso. El hecho de ir aumentando las conexiones implica ir aumentando, asimismo, la reserva cognitiva; lo que, a su vez, hace que nuestro cerebro sea más resistente al deterioro de la edad o a los síntomas de las enfermedades neurológicas”.
Un viaje se vive tres veces: al pensarlo, al realizarlo y al revivirlo. Estamos alimentando  nuestro cerebro en todas ellas.
Entonces para ser felices es importante tener actitud positiva. ¿Quién no tiene actitud positiva cuando viaja? Muchos científicos demostraron que viajar disminuye el estrés y, por lo tanto, aumenta la felicidad. Esto fortalece nuestras neuronas, totalmente lo contrario a lo que pasa cuando nos estancamos en la rutina y sufrimos estrés.
Para fortalecer nuestras neuronas no es necesario ahorrar durante un año para comprar un pasaje de avión, viajar 15 horas, dormir en un tres estrellas, comer en un restaurante caro y dar un paseo en una Ferrari (alquilada). Podemos, de igual o hasta mejor manera, también fortalecerlas levantándonos un domingo temprano, armando una canasta, agarrando las llaves del auto y yendo a pasar un día a un río, una cascada o cualquier lugar que no conozcamos.
Viajar no es salir al extranjero. Muchas personas que conozco cuando digo que soy de Argentina me  comentan que es un país hermoso, lleno de paisajes tan distintos de norte a sur que les encantaría conocer.
Un viaje se vive tres veces: al pensarlo, al realizarlo y al revivirlo. Estamos alimentando  nuestro cerebro en todas ellas.
Viajemos para romper con la rutina y  ser felices!
Nuestro cerebro agradecido.
Los leo en mis comentarios.

2 comentarios:

  1. Los padres somos los orientadores vocacionales por excelencia!!!Les digo a mis pacientes... pregúntale a tus padres, a tus tíos y amigos de la familia cómo te ven!
    Nadie mejor que tus padres para decirte en qué sos bueno!
    La profesión se abraza desde la pasión y aquello que amamos es lo que mejor aprendemos.
    Siguiendo con la neuroeducación. Francisco Mora: “El cerebro sólo aprende si hay emoción”
    Besitos

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    Respuestas
    1. Madre, orientadora vocacional y ejemplo a seguir!!! Besos y abrazos.

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